Mi nombre es Mariana y tengo 37
años. Soy poeta, editora y gestora cultural. Hace varios años que vivo un
poquito de cada una de esas cosas. Pero no siempre fue así.
Desde mi adolescencia a hoy, he
pasado por diversos trabajos: animé fiestas infantiles, hice corretaje para una
distribuidora de vinos en caja, atendí la pochoclera en una cadena de cines, fui
promotora de golosinas baratas, hice changas de todo tipo y pasé más tiempo
dentro de una oficina del que me hubiera gustado. La oficina era toda una
promesa de estabilidad. Supongamos que era buena en mi labor, supongamos que
fui escalando, supongamos que se peleaban entre concesionarios de autos por
llevarme a trabajar con ellos, supongamos que todo eso era cierto. Supongamos
que accedí a pasar de acá para allá, ascendiendo en puestos y en economía.
Supongamos que no era feliz. No. Supongamos no. Decididamente no era feliz.
Mis días estaban regidos
por dos tipos de archivos, un Excel donde realizaba tareas administrativas y un Word personal. En el
Word —que minimizaba y maximizaba dependiendo si había o no moros en la costa— escribía poesía. Supongamos que era afortunada por poder realizar tareas
placenteras en el tortuoso ámbito laboral. Pero había un pequeño problema: la poesía no era para mí un
hobbie, un gustito, yo quería dedicar mi vida a eso y lidiando con créditos
prendarios no, no era feliz.
Un día me enfermé, un dolor que
no conocía me dobló el estómago y me dejó en el suelo. Vino la ambulancia y me
llevaron a una espectacular clínica privada que mi obra social de aquel
entonces podía pagar. Mi jefe y mi hermano menor, que estaba de paso por la zona aquella mañana, me acompañaron. Me hicieron todos los estudios que se puedan
imaginar, hasta una tomografía. No tenía nada. Absolutamente nada. Cuatro días
después de aquel episodio renuncié y prendí fuego mi uniforme en el
balcón del departamento que compartía con mi amiga Silvina en la calle Pasteur,
en pleno Once. Silvina sacó una foto del momento que todavía
conservo. Nos fuimos a un bar a festejar hasta el amanecer. Era un martes. No
me olvido más.
¿Y ahora qué? De algo tenía que vivir.
Entonces apareció la gastronomía. Otra
amiga que estaba trabajando como camarera en un bar en Palermo hizo el puente
para que me dieran una oportunidad. En el primer evento que cubrí (una fiesta
de fin de rodaje de una película argentina) tiré una bandeja repleta de copas
de champagne. Todo un cliché, ¿verdad?
Sin embargo, me volvieron a llamar.
Fueron muchísimos los bares,
restaurantes y casas de té en los que trabajé desde entonces. La gastronomía
siempre fue una salida rápida y con dinero diario en mano. Un poco agotadora, es
cierto, pero cumplía con un requisito fundamental para mí: no me mataba el alma.
Casi siempre trabajé en turnos nocturnos, lo que me permitió durante los días
de todos esos años, leer, escribir, estudiar e ir armando este ecosistema de
palabras del cual vivo hoy. Trabajando en un bar, también, conocí al hombre de mi vida. Vivimos
juntos en el barrio de San Telmo.
Pero antes, hice amigos, conocí a
personajes maravillosos, tuve amores varios y sobre todo, me enamoré
definitivamente de ese mundo. Fui aprendiendo de sabores, de cocciones, de
ingredientes, de códigos. Entendí que ser anfitrión es todo un arte, que darle
de comer a otro es una tarea que requiere mucho compromiso y cuidado, alimentar a otra persona es uno de los actos de amor más hermosos que conozco.
Un día dejé de atender mesas y me
animé a dedicarme de lleno a la palabra en todas sus formas. Doy talleres de poesía, publiqué varios libros y tengo una editorial.
Ese día, también, empecé a
cocinar.
Mise en place es un término gastronómico. Significa poner en su
lugar, dejar todo ‘listo para’. Cada vez que cocino en casa, armo
mi propia mise en place. No importa si la
preparación es para nosotros dos, para mí sola o si tenemos invitados. Yo la
armo igual.
Quería que la primera entrada de
este blog tuviera un poco de eso.
Esta es la mise en place de lo que leerán por acá. Estos son mis ingredientes.
Esta soy yo. Una poeta que cocina.
¡Bienvenidos a mi mesa!
Amo leerte con todos tus sabores
ResponderEliminarAy, muchas gracias. ❣
EliminarSos genia Mariana! Te sigo en tu otro blog, majestuosa.
ResponderEliminarMuchas gracias, voy a tratar de expresar la poesía de otro modo en este espacio, veremos si me sale 🤗
EliminarMaravillosa!!
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme.
EliminarDel modo en el que la expreses, seguro va a ser disfrutable... buen nuevo comienzo. un abrazo
ResponderEliminarAy, ojalá. Ojalá puedan disfrutarlo tanto como yo. Gracias ❣
EliminarMuy grato conocerte un poquito más. La palabra siempre está. Te abrazo.
ResponderEliminarMarga hermosa, la palabra siempre está. Te leo en estos días por otro canal. Qué lindo eso también 🤗
EliminarTe adoro y te banco!
ResponderEliminar❣
EliminarA cocinar :)
ResponderEliminarAsí es! 🔪🍽
EliminarTe quiero tanto. Soy tan feliz de ser tu amiga. Sos uno de los mejores regalos que me dio la literatura.
ResponderEliminarGiselle linda, te quiero mucho. Vos también sos una poeta que cocina. ❣
ResponderEliminar¡Qué preciosa presentación! Sabés que de cocina, poco y nada yo. Pero a tu blog lo voy a leer y capaz que hasta cocino y todo. ❤
ResponderEliminarAmiga hermosa, no sera exactamente un blog de recetas, aunque por ahí alguna se cuela jaja. Ya leerás y es eso a mí lo que me contenta. Para cocinar habrá tiempo de reuniones en persona y yo te mimaré, claro. ❣
EliminarQué lindo leerte!!! Éxitos en lo que sea te lleve la vida
ResponderEliminar❣
Eliminarsoy Nane, abrazo a la distancia
EliminarSabiendo acerca de la pasión que pones en las cosas que haces y que detrás de cada una de ellas hay una historia atrapante, no tengo dudas de que va a ser muy interesante seguirte.
ResponderEliminarSoy Guille Howard
EliminarGuille querido, qué lindo que pases por acá. Vos no te quedás atrás en lo apasionado por la gastronomía, eh. Gracias por leer. Te mando un abrazo grande.
EliminarQue lindo es leerte!!!
ResponderEliminarMuchas gracias ♥️
Eliminar¡Ay, Mariana! Te leo acá, y te imagino como a Babette, haciendo de la cocina, magia. ¡Gracias por esta fiesta!
ResponderEliminarLeerte siempre es tan grato para mí Marian querida, viene como un bálsamo en dias como hoy, donde me detuve a leer todo este blog!, cocinar no es mi fuerte, pero celebro tanto esta conjunción en vos, la poesía y ese "poner en su lugar"; ese mundo de palabras y sabores, sabe a bien decir, y que mas lindo que degustarlo, celebro que estés cerca, "arrimarme" a este mundo que tiene lugar en vos ,conocerte un regalo de la vida! te quiero! muchísimo!
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